Las claves de la polémica sobre el etiquetado ‘NutriScore’

Las claves de la polémica sobre el etiquetado ‘NutriScore’

Las claves de la polémica sobre el etiquetado ‘NutriScore’ 1024 525 Cátedra de la Marca Corporativa

El nuevo símbolo frontal de información nutricional ha generado un debate público en torno a la calidad y utilidad del etiquetado de los productos de gran consumo. ¿Cuáles son los puntos de debate? ¿Qué sectores se han posicionado en contra?

El NutriScore ha suscitado la polémica en nuestro país en las últimas semanas a cuenta de las reclamaciones de diferentes empresas y asociaciones de la alimentación. De manera previa a las principales críticas y comentarios que ha recibido en medios de comunicación y redes sociales, es fundamental explicar el origen de este sistema de etiquetado nutricional. El sistema de etiquetado NutriScore, como recoge un artículo publicado en la revista Nutrición Hospitalaria, tiene su origen en un algoritmo desarrollado en la Universidad de Oxford en el año 2005. Posteriormente, en 2015, fue desarrollado por el Consejo Superior de Salud Pública de Francia a fin de cumplir la Ley de modernización del sistema de sanidad. En nuestro país, fue en el mes de noviembre de 2018 cuando el Ministerio de Sanidad español comunicó la adopción del sistema de etiquetado NutriScore. Al mismo tiempo, la Unión Europea está barajando su implantación legal. 

El objetivo del impulso de este etiquetado, como comentan Galán et al. (2020), es “permitir a los consumidores juzgar fácilmente la calidad nutricional de los alimentos en el momento de la compra e incitar a los industriales a mejorar la composición nutricional de sus productos alimentarios”. A priori, se define como un sistema que debe ayudar tanto a consumidores como a empresas a informar más y mejor. Su funcionamiento se basa en un semáforo de colores que apoya la interpretación de la composición nutricional de los alimentos.

LA OPINIÓN DE DIETISTAS-NUTRICIONISTAS

Según la dietista-nutricionista Beatriz Robles, la clasificación de NutriScore funciona mediante un algoritmo que “califica negativamente la energía, la presencia de grasas saturadas, de azúcares y de sal… y califica positivamente la presencia de frutas, verduras, legumbres, frutos secos y algunos aceites, la fibra y las proteínas” y en base a estos criterios se obtiene una puntuación final que se clasifica con una letra y un color del semáforo.

Sin embargo, según multitud de expertos, entre los que destaca el dietista-nutricionista Aitor Sánchez, colaborador de RTVE entre otros medios, el etiquetado NutriScore no siempre funciona correctamente en todos los alimentos, debido a que “los criterios de clasificación del etiquetado del semáforo pueden ser mejorables, ya que permite que haya alimentos con buena nota que no son saludables”. A la vez que el sistema tiene en cuenta la presencia de ciertas características nutricionales en los alimentos como el azúcar, la sal y sus calorías, el semáforo deja de lado la composición de aditivos de los productos. Este hecho lleva, por tanto, a que ciertos refrescos sin azúcar se posicionen en la categoría B, mientras que alimentos saludables como el aceite de oliva queden relegados a la categoría D. 

 

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“Es triste que NutriScore haga jugar al aceite de oliva en tercera división»

Tan llamativa situación ha llevado a una crítica masiva a través de redes sociales por parte de representantes de los sectores del aceite, el queso o el jamón, divulgadores sobre nutrición, así como consumidores y usuarios de las redes que apuntan sus reclamaciones hacia al Ministerio de Consumo español, exigiéndoles tomar medidas. Representantes del aceite de oliva español solicitaron una reunión con el ministro Garzón. Según el presidente de la Interprofesional del Aceite de Oliva Español, Pedro Barato, se debe “abordar la calificación que da NutriScore a los aceites de oliva” dado que temen que “muchos consumidores asuman la nota como una advertencia para limitar su consumo”. 

“Es triste que NutriScore haga jugar al aceite de oliva en tercera división… desde el punto de vista nutricional es aberrante”, lamenta Ramón Estruch, jefe del Servicio de Medicina Interna del Hospital Clínic de Barcelona. El pasado 8 de febrero Alberto Garzón quiso responder a este debate público y contener las críticas, afirmando que el ministerio se plantea excluir al aceite de oliva del etiquetado NutriScore debido a que “el algoritmo no recoge sus beneficios nutricionales”. No obstante, el caso del aceite de oliva no es aislado, y numerosos críticos tanto en redes sociales como en diferentes medios de comunicación, aseguran que NutriScore califica negativamente otros productos saludables como el jamón, los yogures naturales, el queso, las sardinas y un largo etcétera, afectando negativamente de lleno a la dieta mediterránea. 

EL QUESO SOLICITA QUE SE PROTEJA AL IGUAL QUE OTROS ALIMENTOS DE LA DIETA MEDITERRÁNEA

Desde la Asociación Nacional de Fabricantes de Queso (Anfaque) también se han sumado a las quejas y han solicitado reunirse con Consumo, pues el semáforo nutricional aseguran que “no es adecuado a la hora de valorar el queso y requiere modificaciones». Javier de Miguel, presidente de Anfaque, solicita que “se otorgue a los quesos la misma protección que a otros alimentos típicos de la Dieta Mediterránea, tanto en el etiquetado español como con vistas a un sistema armonizado en Europa” para intentar que no se estigmatice a un sector que es, asegura “motor económico de muchas zonas rurales de España y que viene trabajando desde siempre poniendo a disposición de los consumidores productos naturales, fundamentales en nuestra alimentación y de alta calidad y valor”.

Las deficiencias del sistema de etiquetado NutriScore están generando críticas por parte tanto de consumidores y empresarios como de expertos de la Nutrición o incluso el Derecho, que apuestan por la reconsideración de la eficiencia de este sistema por parte de las autoridades públicas, y el establecimiento de medidas de flexibilidad, para que el etiquetado sea lógico y consistente, y no funcione desde la excepción permanente. Como afirma José María Ferrer Villar de Ainia, “se trata de hallar el punto justo para que la información nutricional que se pone a disposición del consumidor le permita tomar una decisión de compra bien informada y llevar una dieta más saludable».

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